Historia de Sevilla

Sevilla en la edad media

Los reinos de la península ibérica fueron de los primeros en adoptar el cristianismo como religión oficial y continuaron siendo adeptos a esta religión después de la caída del imperio romano y la invasión musulmana.

Sevilla en la edad musulmana y cristiana

Luego de la invasión musulmana en el siglo VIII, Sevilla se convirtió primero en la sede de una cora, una subdivisión del al-Ándalus, para luego ser capital de un reino de taifas. Con el pasar de los años se convertiría en capital del al-Ándalus almohade.

Entre el año 850 y 860, la ciudad fue saqueada por los vikingos, los que ingresaron a la ciudad por el río Guadalquivir. Dichos saqueos devinieron en el fortalecimiento de los muros de la ciudad, nuevos sistemas de defensas y nuevas estrategias de rechazo de invasiones, lo que influyó en las posteriores batallas contra los cristianos que deseaban recuperar la ciudad y la región.

En el año de 1247, Fernando III comenzó con la reconquista de las ciudades de la península que se habían perdido durante la ocupación musulmana. Ya en 1236 había recuperado Córdoba. En 1246, había recobrado Jaén. Seguido a la ocupación de ambas ciudades, el reinado se apresuró a la expulsión de los musulmanes del territorio.

La ciudad fue reconquistada por huestes que provenían de Córdoba y otras que ascendieron por el río por el cual habían ingresado los vikingos. Se inició un asedio que cortó los suministros de agua y comida. Los soldados montaron un campamento en los alrededores.

La ciudad finalmente cayó en noviembre de 1248, con la rendición completa de Axafat, el rey moro. Entonces Sevilla se incorporó a la corona de Castilla. Fernando III fue el primero en ser enterrado en la catedral de Sevilla, en 1252.

Desde entonces, la ciudad creció en prestancia y alojó en numerosas ocasiones a la corte de Castilla. Asimismo, la ciudad fue usada como sede por temporadas por la misma corona de Castilla. En los años posteriores, muchos comerciantes y mercaderes genoveses se situaron en la zona, en una posición periférica y transformaron la ciudad en un importante núcleo comercial europeo, cuya importancia prevalece.

Durante este periodo, la ciudad sufrió calamidades como la peste negra, que la sometieron a fuertes convulsiones económicas y demográficas.

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