Al igual que muchas ciudades españolas, Sevilla data de cientos de años de antigüedad, por lo que su historia es rica en toda clase de datos, anécdotas y eventos históricos. Sevilla, a este respecto, es un recuerdo viviente de épocas fecundas, en las que el mundo se expandía y conquistaba, a la vez que representaba un choque de paradigmas y mundos opuestos.
Fundación de Sevilla
Esta ciudad, al igual que tantas otras de la misma región, fue fundada por pueblos itinerantes que conformaban asentamientos en toda la cuenca del Mediterráneo y alrededores. Se cree que los fenicios fundaron el primer núcleo en el sitio de la actual ciudad, en una península en el margen izquierdo del río Guadalquivir.
Se cree que su nombre deriva del nombre del Dios fenicio Baal, uno de los más importantes. Su nombre puede derivar de una palabra fenicia. Los romanos llegaron a la zona en el año 206 a.C. en la segunda guerra púnica. Ahí derrotaron a los cartagineses y fundaron itálica. Siglos después, Julio César fundaría una colonia en el lugar que sería el primer paso hacia una gran ciudad.
Ya a principios del primer siglo, este asentamiento llamado Hispalis, tenía un muro fronterizo y un foro, por lo cual ya se erigía como toda una ciudad típica romana. Por lo demás, en esos años tenía una importante actividad comercial y mercantil, debido a su aproximación al mar Mediterráneo. Esto facilitó el crecimiento de la ciudad en los siglos venideros, lo que hizo que se convirtiera en uno de los polos más importantes de la península.
Con Roma volviéndose un imperio, la floreciente ciudad se convirtió en la capital de uno de los cuatro conventus luridici de la Baetica, la provincia cuya capital era Corduba. Alrededor del foro se articulaban los sectores altos urbanos, los que eran destinados a las actividades comerciales y portuarias.
Con este floreciente crecimiento, el cristianismo llegó a la ciudad, allá por el siglo III. De esa fecha, datan los martirios de Santa Rufina y Santa Justa, dos de las actuales patronas de la ciudad.
Luego de la caída del Imperio Romano de occidente en el año 476, la ciudad fue tomada por los visigodos, un pueblo del norte de Europa que estableció su capital en Toledo. De igual forma, Sevilla siguió siendo un centro relevante de comercio.
Entre esta fecha y la caída de los visigodos por parte de los árabes, sirios y bereberes, todos de religión musulmana, hubo decenas de conflictos entre cristianos de diferentes vertientes. Incluso, algunos de sectas.
Aún quedan vestigios de la Sevilla visigoda, aunque no muchos. Algunas casas visigodas se observan en el caso antiguo y algunas piezas provenientes de capitales de la misma procedencia.