Sevilla, al igual que muchas de las ciudades antiquísimas de Europa, aún conserva gran parte de su historia, lo que se refleja en diversos aspectos y rincones de la ciudad. Es decir, rastros arquitectónicos de su extensa historia y de las culturas que han puesto los pies en su terreno.
Sevilla del siglo XV hasta el siglo XVI
Después de las calamidades de la peste negra y la revuelta antijudía de 1391, Sevilla entró en una etapa de recesión que duraría casi un siglo, más o menos hasta el descubrimiento de América. Desde este punto, Sevilla se convirtió en el centro comercial y económico del imperio español.
Para entonces, los Reyes Católicos, los jerarcas del imperio, gobernaban sobre gran parte de los terrenos americanos. Para llevar una correcta medición de las riquezas que entraban en América, los reyes fundaron la Casa de Contratación. Esta, a su vez, regulaba la relaciones de toda índole con el nuevo mundo.
Gracias a este intercambio, Sevilla vivió un auge nunca antes visto, sobre todo en el siglo XVI. Este auge dio paso a algunas de las construcciones más interesantes del casco histórico de la ciudad.
Se convirtió en un centro cultural de la Europa, en la cual florecían las artes y los gremios, lo que fue una gran influencia para el Siglo de Oro español.
Desde entonces, hasta el siglo XIX, sufrió altos y bajos, para luego dar espacio a una revitalización de la mano de la revolución industrial. Se derribaron las murallas y la ciudad creció hacia el norte y el sur. Desde entonces ha sido una ciudad más que importante en todo ámbito de España y Europa.